lunes, 24 de octubre de 2011

Recupero un texto de hace tiempo para esta primera entrada.

Siempre se sentía solo, en su casa, en el metro, en un bar a rebosar de gente, siempre. ¿Y es que a caso no lo estaba? Su realidad gris le tenía tan atrapado que solo podia pensar en la delicada textura de la soga envolviendo su maltrecho cuello. Maltrecho como todo su cuerpo, pues parecía mas un muñeco de trapo que un hombre. Sentía tanto desprecio por la sociedad en la que vivía como la sociedad lo sentía hacia él. Siempre se había considerado un espíritu libre, pero ¿era libre de verdad, o había vivido la mentira de ser libre? Solo tenía una cosa clara, sería libre de elegir cuando y como llegaría el fin. ¿O tal vez la mentira de ser libre que había estado viviendo toda su vida le había conducido irremediable y planeadamente hacia ese final? ¿Puede ser que ni siquiera fuera libre de elegir su final?
Demasiadas preguntas sin respuesta para una mente ya torturada durante demasiado tiempo. Compró la soga, bebió su último whisky y terminó con todo.
Mientras tanto al otra lado de la calle una hoz y una capucha reían a carcajadas.

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