jueves, 2 de febrero de 2012

Sexi-ones

Hoy el viento te rozaba la cara como si fuese una navaja. Los charcos te cortaban los pies, parecían cristales. Hoy no era día para estar en el agua.

Cada vez que hundías la cabeza debajo de una sucia y caótica espuma mil alfileres se te clavaban en el cráneo. Cada brazada era sentir en las manos un millón de jeringuillas. Hoy no era día para estar en el agua.

El agua del río se te hundía en los tobillos como un cuchillo en la mantequilla. Daba igual las rocas que pisaras, pues no sentías los dedos de los pies. Hoy no era día para estar en el agua.

Cada ola, ¡¡Cada ola!! hace que nada de esto importe. ¡¡Cada ola!! hace que nada importe. Hoy, era un buen día para estar en el agua.






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